En tierras de tinticos del libro Buscando tesoros
Centro Hisórico, ciudad de Tlaxcala, México
Al llegar a la Casa de Cultura se detuvo en la entrada a escuchar la música proveniente desde adentro. Claramente se escuchaba una banda tocando un ritmo de salsa. El vigilante lo reconoció de su visita anterior durante la mañana, antes del almuerzo y lo saludó afectuosamente.
«Buenos tardes vecinito, ¿bien o qué? Sigue todavía en el pueblo, Usted sí que está muy amañao, ¿cierto?», comentó otorgándole una cordial sonrisa.
¿Amañao? Disculpe Usted, (por más que trató, no pudo acordarse del nombre del vigilante). No entiendo esa palabra, ¿qué significa?», contestó sonriendo a su vez. Ésta es la tierra de las sonrisas, me parece que sí, pensó Jean Marie. Me parece que en Colombia de niños… eh, ¿cómo les dicen?, claro desde chinos, aprenden a sonreír y respirar al mismo tiempo.
«¿Amañao? Significa de más de a gusto, tan a gusto que no se quiere ir. A Usted lo veo muy amañadito, pues».
Jean Marie sintió un escalofrío al escuchar al vigilante. Amañao, pensó, ciertamente no me quiero ir. ¿Podría pensar en regresar a vivir a ese país del otro lado del mar? Es buena la vida y la gente…. ¡qué difícil puede ser una pregunta tan aparentemente sencilla!
«Es una excelente observación, sí me podría quedar a vivir acá y, además, muy contento. No sé si en Marsella, lo cual me parece muy posible, pero de seguro en este país de tanta sonrisa y de tan buen corazón. ¡Vea! (voy aprendiendo), me ha gustado mucho cada lugar donde he estado de visita y no sé si pudiera tan solo vivir aquí en Marsella, pero sin duda, me gustaría quedarme a vivir en estas tierras colombianas», ante su respuesta, ambos rieron, uno de gusto al escuchar la respuesta del extranjero y el otro, de asombro, al escucharse a sí mismo.