En tierras de tinticos del libro Buscando tesoros
ciudad de Panamá, Panamá
«Para remediar la falta de gente que se requería para trabajar las minas, se trajeron luego mano de obra de África. Los esclavos se vendían en los grandes mercados de Cartagena. El primer siglo muy bueno para los conquistadores, ellos sacaban, cargaban las fragatas y se llevaban lo bueno. En el segundo siglo, la cuestión ya estaba medio maluca, diezmada la población indígena, se quejaban de que salían caros los esclavos y el negocito ya no dejaba como antes, que pecao. Para finales del tercero: pura miseria, todo eso, en su momento se lo acabaron.
Poca maquinaria, todo era a pulmón y con pura fuerza humana. Ya muy tarde, hicieron intentos para traer tecnología, pero ya fue tarde para esos remedios. Hacia el sur de Medellín, toda la tierra se encontraba sin trabajar, cantidad y cantidad de tierras ociosas en espera de quien las atendiera. Los dueños de todas esas inmensas extensiones de tierras, eran unas cuantas familias que les tocó bueno durante el reparto del tiempo del Virreinato y esas familias, sin interés en trabajarlas. Imagínese mijo, una cantidad endemoniada de terreno virgen y demás de fértil.
Sucedió lo inevitable, vecinito. Con tanta gente sin empleo y una pobreza cada día más aterradora, pues; se provocó una situación donde muchas familias desesperadas salieron con sus cositas a buscar su fortuna, una parcelita donde sembrar los fríjoles, la yuquita y el maíz para las arepitas. Comenzaron a emigrar hacia el sur, atraídos por la posibilidad de hacerse de sus finquitas propias, pues. Mire compañero, cuando cayó la minería, Medellín, así como la vio hoy en día, antes de salir para acá, esa era una de las ciudades más pobres del Virreinato, ¿cómo le parece, medio difícil de masticar?».