En tierras de tinticos del libro Buscando tesoros
«Pues mire, de los demás no le digo nada, pues serían puras conjeturas y yo no puedo responder por ellos. Cada uno de nosotros, seguramente tuvo sus propias razones para moverse de su lugar hacia otras tierras desconocidas y vírgenes (es decir sin nada hecho y con todo por hacer) y seguramente serían muy válidas todas esas razones, ¿no lo cree?»
Pero yo, me atrevo a imaginarme que las primeras familias en aventarse al ruedo, encontraron los buenos lugares, aquellos más bajitos y no tan arriba de la loma, así como los más planitos y no tan empinados, tal como los que usted vio en el camino, pues. Después, seguramente las familias que siguieron, ellos encontraron las mejores tierras ocupadas por los que les madrugaron y llegaron antes. Para entonces, no les quedó más remedio que irse más para arriba o regresarse. ¿Pero mijo, regresarse a qué? ¿A la miseria y a la pobreza ya conocida? Y así, de seguro, cada vez se tuvieron que ir más lejos, entre más si iba poblando aquello, para poder encontrar donde ponerse, ¿cómo le parece?»
Viendo la cara de Jean Marie siguió diciendo:
«Complicao, mijo, muy complicao, pero la vida no es fácil, como decía mi Papito. En nuestro caso, apenas me acuerdo. Yo tendría unos doce años y a lo mucho, cuando partimos de Villamaría para nunca volver. Claro, regresamos muchas veces, pero solo a hacerles la visita y a mercar, pero nunca más a vivir. Nosotros, es decir, mi familia, nos establecimos en lo que en aquella época se le llamaba sencillamente Villarica.