En tierras de tinticos del libro Buscando tesoros
Calles de Taxco, Guerrero, México
Después de las lecciones del día, inmediatamente regresaba a la fonda de mis papás para hacer mis labores del día. La fonda se encontraba en el paso de los arrieros y aunque no éramos ricos, tampoco nos faltaba lo más importante. Vivíamos pobres pero contentos con el negocio y los servicios que les ofrecíamos.
No estudié más, pues en esa escuela solamente había el primer grado. Con eso se nos consideraba suficientemente educaditos para la vida. Sabíamos lo necesario para aquella época y sus necesidades, y hasta sobradito.
Los niños, teníamos la obligación de colaborar con los deberes de la vida diaria, al parejo de los grandes o de los mayores, pues. No había tiempo para más estudios, aunque los hubieran ofrecido en la escuela. Ya veo a mi papá diciéndome: claro mijo, usted tranquilo, vaya a la escuela y nosotros le hacemos las labores. Mientras, usted pasa muy bueno estudiando.
No me estoy quejando, para nada, todo lo contrario. Me tocó una buena vida y me encuentro muy agradecido de ella», puntualizó con una sonrisa. Tal vez un tanto nostálgico, dirigió su mirada hacia la lejanía de un tiempo vivido muchos años atrás. Por un momento ese pasado haciéndose presente, aquella infancia que en su momento, nos encontramos tan apurados por dejar atrás.