La nieta de fin de semana del libro Buscando tesoros
Lago de Atitlán, San Marcos Lalaguna, Guatemala
El primer número los presentaron los payasos, junto con los perros amaestrados. Difícil decidir quiénes actuaban mejor, si los elementos caninos o los humanos. Para entonces, Oscar, junto con todos los invitados, había regresado a su niñez.
De hecho, sus padres jamás lo habían llevado a un circo. Por lo tanto, en esa noche vivió al fin y por primera ocasión, la inolvidable magia del espectáculo.
Bajo un hechizo colectivo, la noche transcurrió alternando diferentes artistas y sus actos, cada uno perfectamente ejecutado, orquestado y puesto en escena, hasta llegar a un alto en la programación, durante el cual, Oswaldo volvió a salir para nuevamente hacer la presentación de la siguiente parte del entretenimiento de la noche:
«¡Señoras y Señores! El circo de los Hermanos Garcia, se complace en presentar su acto desafiante e inigualable. Un acto singular, en el cual, nuestras Estrellas El Gran Odín y la inigualable Mariana Marroquí se enfrentarán a duelo con la misma Muerte. Desde las alturas de los cielos para Ustedes…».
Al momento se apagaron todas las luces con excepción de dos poderosos reflectores. Repentinamente se encontraban iluminando el enorme cañón y esté a su vez, reflejaba la iluminación en sus paredes metálicas irradiantes de luz. Odín se encontraba parado en la punta del cañón perfectamente erguido.