Un corcel del color de la nieve


La nieta de fin de semana del libro Buscando tesoros

 


Paisaje al atardecer Manizales, Caldas, Colombia
Paisaje al atardecer
Manizales, Caldas, Colombia

     «¡Señores y Señoras, Jóvenes y Niños! Bienvenidos al Circo de los Hermanos Garcia, quien se complace en presentar en esta maravillosa noche, aquí en la afamadísima y exquisita Perla del Sur, en la majestuosa ciudad de Arequipa, bajo la protección de sus formidables volcanes y para el deleite de todos Ustedes… ¡El mejor espectáculo del mundo y de todos los tiempos!».

     Con lo cual, la banda del circo, compuesta por más de veinte y cinco músicos, irrumpió con la estruendosa música tan característica de los circos del mundo entero y así, inmediatamente la carpa se inundó de aplausos, rechiflas y del júbilo general del público. Perfectamente sincronizados con la música, comenzaron a entrar desfilando los caballos, cada uno de ellos con un jinete ataviado también de charro.

     El último caballo en entrar fue el de Carito, perfectamente iluminado por los reflectores. Lucía grandioso, como un personaje de las antiguas leyendas mitológicas.

     Carito, montada sobre su magnífico corcel, color de las nieves que coronan los majestuosos volcanes de la ciudad, efectuó su entrada triunfal. Permitió el paso justo de unos escasos momentos, antes de hacer su aparición espectacular, los latidos del corazón estrictamente necesarios para acentuar y enfatizar aún más su presencia, tal y como si tratara de la aparición de una diosa deslumbrante.

     Caminaron lentamente, con pasitos cortos y acompasados, en un sutil baile, gradualmente separándose del grupo que los precedía. Ella vestía también un exquisito traje charro, haciendo juego perfecto con el atavío de Oswaldo, a cuyo lado se paró con su yegua blanca, La Relincha, reparando en sus ancas traseras a toda su altura.


 

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