La nieta de fin de semana del libro Buscando tesoros
Gabriel interrumpió emocionado. «Y no me la vas a creer, pero en eso, la chica le pregunta al Azlán: ¿Cierto que sí, vecinito? Y ese descarado, todavía le contesta relinchando, mientras alza y baja la cabeza. No contento con esas, se avienta la puntada de ponerse frente de ella, ¡plantándole la cabezota en el hombro y reventándose semejante relinchido, muy chicho el cabezón!».
Oswaldo, entonces agrega, claramente disfrutando la reacción de Oscar: «Para cerrar con broche de oro, carnal; se me queda viendo y me dice, con una vocecita de Santa Palomita: Mi nombre es Caro, mucho gusto. Vea, señor, eso del personal del circo es otra vaina y no sé de qué me habla, porque oiga pues, este señor tan querido, y le planta un besucón en la frente al Aztlán, a mí ya me invitó a formar parte de la manada, ¿cómo le parece?», tras lo cual, Oswaldo se suelta a reír con semejantes carcajadas a todo pulmón, seguido por todos los demás.
Oscar trató de imaginarse la escena descrita y mejor se dio por vencido, uniéndose a los demás. Definitivamente este lugar es de locos, desde los hermanos, pasando por el doctor, y por lo que dicen, las caleñas ¡también! Cada vez me gusta más la vaina esta del circo, seguramente mis padres estarían muy orgullosos de mí…