La nieta de fin de semana del libro Buscando tesoros
«Tenemos una colección de caballos, todos ellos de raza, algunos cuantos son ejemplares hermosos pura sangre. No te la creerías, al ver los animalitos que tenemos mano. ¡El más chimuelo masca tornillos! Claro que están muy bien educaditos. Mira carnal, cada número se encuentra perfectamente orquestado y coreografiado».
«Eso sí, nada de maltrato al trabajar con ellos, ni violencia, es más, para acabar pronto, ¡se les trata mejor a ellos, que a mí! Los consideramos como actores y vieras como hacen toda suerte de monadas, como buenos cuaquitos de exhibición. Además, tenemos todo un show de entretenimiento, girando alrededor de ellos».
Tras una pausa para rellenar las copas de vino, siguió hablando.
«Pero, para no hacértela más cansada, y a lo que te trujo Chencha, compadre: yo vine a Lima a buscar un veterinario para el circo. ¡Nos urge! Nuestro médico de cabecera ya cumplió sesenta años y se quiere regresar a Guanajuato, su ciudad natal allá en el México tan lindo y querido. Allá en esas bellas tierras, tiene a su familia y quiere disfrutar de ella. Yo diría que, con toda la razón del mundo… pues, para él, llegó la hora de regresar, mano».