La nieta de fin de semana del libro Buscando tesoros
San Miguel de Allende, Guanajuato, México
Oscar se encontraba tranquilo en su interior. Sabía que la finca de su padre estaba en buenas manos porque a Jacinto, quien le había enseñado gran parte de lo él actualmente sabía, seguramente lo habían nombrado capataz. En ese momento, después de seis meses de trabajar duro, con ahorros adicionales en la bolsa, decidió que había llegado el momento de seguir su camino al sur.
El mundo se apetecía tan grande y con tanto por recorrer. El padre de Miguel Enrique quedó muy agradecido por su participación. Lo recomendó con algunos de sus amigos ganaderos y agricultores, quienes mantenían fincas en otras partes de Ecuador. Así, Oscar partió a seguir en la búsqueda de su lugar en el mundo. De esta manera, en una de esas maravillosas mañanas de sol del Ecuador, se dirigió hacia el altiplano de ese maravilloso país, siguiendo en su peregrinación hacia el sur.
Pasaron dos años más, antes de que Oscar finalmente llegara hasta la frontera con Perú. Recorrió el impresionante altiplano ecuatoriano y de una manera extensa. Disfrutó enormemente de ese sabor andino, tan particular, de sus ciudades y de sus pintorescos pueblos. Gozó entusiasmado de esas tierras aledañas a los majestuosos volcanes del Chimborazo y del Cotopaxi, salpicadas de fabulosos paisajes entre montañas. Éstas quedarían indeleblemente grabadas en su imaginación y en su corazón por el resto de sus días..