La nieta de fin de semana del libro Buscando tesoros
Ipiales, Nariño, Colombia
Desde su primera impresión inicial, Ibarra le gustó sobremanera. Una diferencia notoria qué Oscar inmediatamente advirtió fue en el hablado de la gente, eso y el cambio de moneda, le hicieron sentirse en otro país y eso le agradó también. Pasó esa noche inaugural, su primera noche fuera de las tierras colombianas en el Hotel Barcelona, situado sobre la hermosa Plaza de la Merced, en un edificio antiguo y acogedor.
Miguel Enrique, su amigo de tiempos universitarios, pasó por él temprano al día siguiente. Desayunaron a menos de una cuadra del hotel, en un pequeño cafecito donde servían generosos desayunos y pan recién hecho. Habían pasado varios años desde su último encuentro, sin embargo, ellos se sentían tan cómodos como si aún estuvieran compartiendo ese apartamento donde pasaron tan buenos momentos, estudiando en la Universidad.
Después del desayuno, disfrutaron de un buen café. Recordaron algunas experiencias compartidas en la Universidad. Terminado el desayuno, caminaron por las calles del centro histórico, para después dirigirse a la finca de la familia de Miguel Enrique.
Ésta se encontraba a cuarenta minutos de la ciudad, hacia el este y rumbo al Pacífico. La producción principal de la finca consistía en cacao y éste se exportaba a diferentes países europeos. El cacao se vendía bien y tenía una excelente demanda. Cuatro años atrás, habían sembrado cafetales de arábica con el fin de diversificar la producción. En ese momento, los cafetales estaban floreando, sus delicadas flores blancas saturaban el aire con su aroma y el arbusto presentaba sus primeros frutos.