Una nota de pocas palabras


La nieta de fin de semana del libro Buscando tesoros


Jardín de San Miguel Centro Histórico, Ciudad de México, México
Jardín de San Miguel
Centro Histórico, Ciudad de México, México

     A su elección, existían dos posibilidades. Subir hacia el norte o bajar al sur, nada podría ser más sencillo. Dirigiéndose al norte tendría un problema, pues el camino se interrumpe entre Colombia y Panamá, en esa región fronteriza entre ambos países conocida como el tapón de Darién. Por otro lado, anteriormente había recorrido la costa caribe de Colombia, en más de una ocasión cuando había visitado la ciudad amurallada de Cartagena, Santa Marta y las tierras tropicales hasta llegar el Cabo de la Vela, en las inmediaciones de la frontera venezolana.

     Por lo tanto, ya conocía una parte considerable de ese camino, cuando menos hasta llegar al Atlántico y sus alrededores. La decisión la tomó de manera sencilla y fácil. Sin darle mucha vuelta: optó por dirigirse hacia el sur, con rumbo a Ecuador como un primer paso. El segundo paso tocaría decidirlo una vez fuera del país. Y llegado el momento, Dios dirá…

     Así llegó en su recorrido hasta la zona cafetera, a la ciudad llamada Armenia, una de las capitales de la región. Arribó por la tarde y decidió esperar a la madrugada, antes de continuar su camino hacia la frontera. Había avanzado mucho y se sentía libre y contento de ello. Después de dejar sus cosas en un hospedaje cerca del terminal, al salir a recorrer las calles en busca de comida, se dio cuenta de la magnitud de lo que había sucedido en su vida. Su vida anterior, la correspondiente a todos sus días transcurridos hasta esa hermosa madrugada de ayer, la había dejado junto con una pequeña nota para su madre, muchas horas y bastantes más kilómetros atrás.

     La nota la había escrito breve y concisa, a tono con la personalidad de sus padres. Tan solo mencionaba que había salido a buscar su lugar en el mundo, les pedía a sus padres no se preocuparan por él (como si fuera posible que se llegaran a preocupar y, sobre todo, por él) En esa nota breve, Oscar prometía, tan pronto se hubiera establecido, hacerles saber en qué rincón del mundo había decidido fincar su fortuna y lograr un futuro. Una nota a secas para unos padres igual de secos.


 

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