La nieta de fin de semana del libro Buscando tesoros
Santiago de Querétaro, Querétaro, México
Dora siempre tan juiciosa, presintió llegado el momento para preguntar acerca de la muerte de su abuelo. Ese tema jamás se hablaba y tenía una curiosidad natural por saber lo ocurrido. Cuando preguntó, Inés le explicó, con su voz meditativa y pausada,
«Las visitas nocturnas se volvieron a repetir en varias ocasiones. En la soledad de la finca no había forma de protegerse contra los grupos armados que asoleaban el campo. A veces llegaban los conservadores y en otras ocasiones llegaban los liberales». Inés le explicó cómo el abuelo siempre leía lo del por venir durante el día en su libro por la mañana y se encontraba preparado. Pero igualmente, a ella siempre la reconfortaba, pues le decía: estamos de buenas, Mija, y nada pasa hoy.
«Así fueron pasando nuestras vidas, entre sustos a raticos y contentos en otros» comentó con tristeza la abuela.
Un día el abuelo llegó muy serio. Despachó a Adrián y a Daniel al pueblo y les dio orden de no regresar hasta que él fuera por ellos. Condujo a Inés y a Miguel a una cueva escondida en las cercanías. En ella había provisiones y unos catres para pasar la noche. A la abuela le entregó un sobre sellado. Le pidió abrirlo sólo si no llegaba antes del amanecer. Se despidió reconfortándola y asegurándole que todo saldría bien.