La nieta de fin de semana del libro Buscando tesoros
Santiago de Querétaro, Querétaro, México
«Al cabo de unas horas regresó Diego, tranquilo y relajado, tenía su carita de cansado, vieras. Y listo, me comentó lo sucedido. El jefe de ellos, entre tragos de guaro, le había comentado: andamos buscando a unos traidores para colgarlos por andar ayudando a los malparidos conservadores y ¿vos no sabrás nada de eso, vecino? Tu abuelo dijo haberse parado de una y contestado algo como: Capitán, ya ni le busque, pues tiene unos de esos malparidos de frente. Y si no me mata ahoritica mismo, de malas, pues los seguiré ayudando. Vea Capitán, yo soy conservador y hasta la tumba me lo llevo en mis huesos conservadores. ¿Cómo le parece, pues? ¡Dispare de una que ya todo está más que hablao!»
«¿Entonces, así fue cómo murió mi abuelo?» preguntó tristemente Dora.
«Pues no mija, vea, los malparidos conservadores eran ellos y le habían puesto una trampa para ver cómo reaccionaba. Según esto, dos hombres lo sujetaron y otro le puso la pistola en la sien. Cuando vieron que no cambió de opinión, el jefe soltó la carcajada y le dijo: Usted sí tan bravo marica y tan de buenas ¡que no somos liberales! «Después de esas, mataron y se llevaron las chivas que estaban en el corral. Bien tragueados con y con nuestras chivas se fueron…».