El libro escrito en los cielos


La nieta de fin de semana del libro Buscando tesoros


La fuente Centro histórico, Santiago de Querétaro, México
La fuente
Centro histórico, Santiago de Querétaro, México

     «Diego siempre mostró una habilidad muy especial. ¿Qué le parece mi niña, si le dijera que su abuelo podía leer el cielo, así como nosotros leemos un libro? Diego no le gustaba leer libros, no Señora. Opinaba que él tenía su propio libro: El libro de su fortuna, escrito en los cielos.

     Su libro decía mi querido Diego, se reescribía todos los días y contenía todo lo que necesitaba saber para planear sus días y manejar la finca. Los libros escritos en papel, decía Diego, están muerticos, pues, ya no cambian con los tiempos. Él siempre se levantaba antes del amanecer, después de tomar el tintico se salía a leer su libro. Vieras cómo regresaba de esas lecturas de su libro de los cielos, lleno de energía, con los planes del día listos y ansioso por comenzar los trabajos pendientes, cómo un caballo fino, al punto del inicio de la gran carrera».

     «Una mañana regresó con una cara de aterrado, ¡eamaría, jamás lo había visto así! No, nunca, lo había visto tan afligido, pues. Me comentó algo acerca de los colores de la sangre en el cielo y de las nubes tormentosas en el horizonte. Al cabo de un rato se tranquilizó. Acercándose me dijo:

     Mija, pues así me decía, hay calamidades en espera para este día. Pero, escúcheme bien, pues no tienen nada que ver con el trabajo en la finca. Ahoritica mismo, no sé bien de lo que se trate, solo le puedo decir que es algo de más de maluco y ronda por los aires, Pero, mi amor, Usted fresca, pues hoy al final del día, ya verá cómo estamos de buenas, pues mi muerte, no se ha escrito todavía entre esas nubes oscuras».


 

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