La ternura de una abuela llamada Katalina


La nieta de fin de semana del libro Buscando tesoros


La campiña antioqueña Santa Rosa de Osos, Antioquia, Colombia
La campiña antioqueña           Santa Rosa de Osos, Antioquia, Colombia

      Extrañaba profunda y desesperadamente a su mamá, sobre todo en momentos como estos, al encontrarse a solas con el desinterés de sus abuelos. Se sentía atrapada en una situación sin salida. ¡Cuánto echaba de menos las mañanas en la casa cuando aún vivía su madre!

     Si bien, Dora extrañaba entrañablemente a su madre, en el fondo, le hacía falta su vida anterior. La vida donde tenía cabida, el mundo con un lugar para ella, en donde desenvolverse y sentir que pertenecía. Además de todo, ¡cómo le hacía falta su padre! Parecía que también había fallecido en ese accidente. Ese señor, con el cual vivía de lunes a viernes, él era solamente una sombra, la que breve y esporádicamente se manifestaba en su vida, con la apariencia de su padre…

     Con estos pensamientos, se encontraba desolada y aislada de ese no-mundo en su habitación. Bruscamente, salió de su reflexión al escuchar claramente los pisotones de Katalina, quien se acercaba enérgicamente hacia su habitación.

     Su abuela era una persona de actitud determinante y sus pasos, lo reflejaban claramente. Sus tacones gruesos resonaban como martillazos, golpeando contra el piso de duela del corredor. Pisadas decisivas y autoritarias; los movimientos de una persona acostumbrada a manipular el mundo a su antojo y obtener sus caprichos, sin importarle las consecuencias.

     Katalina tocó con fuerza a la puerta y sin esperar más, la abrió internándose dentro de la habitación de Dora. La niña resignada, pero con tono neutral, preguntó:

     «Señora, buenas tardes, ¿cómo le puedo colaborar?».

     «Buenas tardes Dora, tal vez cuando seas mayorcita, por ahora lo veo difícil». Dora sintió un frío glacial invadir su corazón al escuchar el brusco comentario, sin embargo, su rostro no se inmutó.

     «He hablado con Inés para pedirle me haga el favor y te reciba este fin de semana. Qué pena, Dora, pero no estando tus tíos, se me complica mucho tenerte en casa. Tú sabes que eres bienvenida siempre y ésta es tu casa, pero ahoritica mismo, ya no tardan en llegar unas invitadas mías y debo de atenderlas como merecen. Hemos organizado una tertulia literaria y discutiremos un nuevo libro del periodista este, no recuerdo, por ahora, su nombre… pero es un colombiano que vive refugiado en México, aparentemente huyó del país por sus ideas comunistas y antisociales. En lo personal, me parece perder el tiempo, sin embargo, ahora se encuentra muy de moda y es conveniente estar enterada de las novedades en el ámbito literario. En fin, hágame el favor de alistar sus cositas, mire que ando con afán, pues ya están por llegar. Yo ya te hice el favor de llamar al terminal con la niña Alicia y ella te va a colaborar con tu tiquete de la buseta».


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