¿Los malos se pueden volver buenos, mamá? ¡Ay mija, más fácil hacemos sancocho sin caldo y sin yucas!
La niña sintió las lágrimas brotar ‒resbalando suavemente, como acariciando su acalorada cara‒,
mientras que en su mente una cascada torrencial de imágenes se sucedían unas a otras, en una secuencia fluida y vertiginosa, amenazando ahogarla bajo su furiosa corriente.
Las vivencias compartidas con sus entrañables compañeras, con quienes creció como si fueran sus hermanas,
Navegando Lago Titicaca, Cobacabana, Bolivia
las tres juntas, surcando los mares de la infancia, para después navegar por los azules océanos de la adolescencia.