Los monólogos de un aviador solitario


Capítulo XIII. De los habanos y de cómo explotan

Flores de noche San Lucas del Pulque, Estado de México, México
Flores de noche
San Lucas del Pulque, Estado de México, México

Dado el éxito obtenido y buscando levantar la moral de las tropas (y a la vez deprimir la de los Contras, quienes también lo escuchaban, si como no), se fueron grabando y reproduciendo por las emisoras de radio, sus ataques aéreos y verbales del abuelo en la célebre, y ahora famosa, Reina Guerrera.

Y por supuesto, se convirtieron en las transmisiones favoritas entre las tropas. Solo hay que imaginarse el sonido del motor de la avioneta, el contrafuego desde tierra y las peyorativas sin igual del abuelo, todo esto, finalmente rematado por las explosiones de la dinamita en el fondo. Lo convirtieron en un súper héroe del pueblo, en nuestro propio Charlie Chaplin, salpicado con esos monólogos cantinflescos a los que le impartía un auténtico sabor nicaragüense.

—Abuelo, ¡te escuché en el radio! Me pareció muy divertida esa larga conversación mientras ibas en la avioneta. Me pareció como el sermón del padre durante la misa, ¡pero al revés! ¿De dónde se te ocurre decir tantas cosas?

—Son monólogos mijita, si me escucharan y contestaran serían una conversación —contestó riendo el abuelo—, en cuanto a tu comentario, acerca del padrecito y el sermón… sos genio, pero un solo favor, por nada te llegue a escuchar la abuela cuando decís eso.


 

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