Brujerías y ron


Capítulo XIII. De los habanos y de cómo explotan

La flor San Lucas del Pulque, Estado de México, México
La flor
San Lucas del Pulque, Estado de México, México

     La abuela Manuela era una gran actriz y además una comediante de primera categoría, manifestándose a través de su fino sentido del humor.

     —Por supuesto que sí, Manuela, —interrumpió a la abuela, levantando las manos en señal de súplica y volteando hacia mí en busca de apoyo.

     —Ese señor sacó una botella de ¡agua! del interior de su bolsa negra…

     —Agua Bendita, Jairo, —interpuso rápidamente la abuela.

     —¡Agua bendita! Esa agua sencillamente la sacó de una toma cualquiera de agua. ¿Recuerdas que le pregunté de donde la había obtenido y admitió que la botellita la habían llenado en la cocina, antes de salir de Managua? Después le hace unas brujerías e invocaciones y todavía tiene el descaro de afirmar que eso es mejor que mi ron. ¡Imaginate eso, bicha! Pero qué tipo tan atrevido, ¡va! —Al decir esto se golpeó la frente con una mano en una mueca trágica, mientras le brillaban los ojitos, eso sí. Ellos a todas luces, se encontraban disfrutando su actuación de ese día.

     —Esto, mi querida bicha, nos llevó a una discusión sin salida. En ese momento, decidí que era suficiente y que ¡basta, ni una palabra más de este par de hombres testarudos!

     —Mirá que te voy a confiar un secreto. Tu abuela es la mujer más inteligente del planeta, ¡qué ni qué! —Estas palabras, las afirmó con una convicción que no podía ser fingida y emanaba de lo más profundo de su ser. El abuelo, sin duda, admiraba abierta y totalmente a mi abuela.


 

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