La Reina de los cielos


Capítulo XIII. De los habanos y de cómo explotan

Floreando Temixco, Morelos, Mexico
Floreando
Temixco, Morelos, Mexico

     —Ese día hacía un calor de los mil demonios mientras caminábamos juntos a través del campo. Habíamos construido un enorme hangar y ahí se encontraba esperándonos, esa chulada que era mi avioneta.

     La abuela tomó la palabra, agregando: —El señor Obispo, volteaba hacia todas partes, completamente desconcertado. Al cabo de unos minutos, nos preguntó dónde se encontraba la guardería y la bebé que venía a bautizar. —Al llegar a este punto, la abuela rio por unos momentos, con la cara iluminada por una delicada sonrisa.

     El abuelo intercedió: —Vaya vos, que se veía desconcertado. Yo siempre supuse que eso se debía a lo bien que lucías.

     La abuela continuó. —Le expliqué entonces nuestras intenciones y cómo queríamos que nos hiciera el favor de bendecir la avioneta. Tu abuelo, como siempre acostumbra hacerlo, nos interrumpió diciendo que no. No se trataba de una bendición, él quería que se bautizara la avioneta. Además, ¡con el nombre de la Reina Guerrera! —Ante esto, irremediablemente todos reímos por un buen rato. Finalmente, la abuela tomó las riendas de la conversación en sus manos:

     —El Señor Obispo me dio la razón. Argumentó que una cosa no se puede bautizar. El bautizo es una ceremonia reservada exclusivamente para las personas.

—El insolente se atrevió a referirse a Mi Reina como… ¡una cosa! Viejo descarado.


 

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