Un oficial irresistible


Capítulo XIII. De los habanos y de cómo explotan

Tierras de ciénegas Río Magdalena, Magdalena, Colombia
Tierras de ciénegas
Río Magdalena, Magdalena, Colombia

     —¡Cabo! Arreste al Sargento de inmediato. Lo conduce con el pelotón al cuartel general. Una vez ahí, se presenta con el oficial de guardia y se colocan bajo arresto, tanto al Sargento, como usted mismo, como los ocho soldados presentes. Le informa que el Capitán Díaz le ordenó que se consideraran arrestados por brutos, infames e infelices hasta que se congele el infierno o el oficial de guardia decida lo contrario. ¿Queda claramente comprendido, cabo?

     —¡Señor, sí señor!

     —¡Bien, ya tiene sus órdenes cabo, asegure que se cumplan al pie de la letra! Y, ¿cabo?
     —¡Señor!

     —Enséñele al vago ese que tiene de sargento a contar hasta el número diez. ¡Adelante! ¿Qué espera, la llegada de los Santos Reyes?
     —¡Señor! ¡Sí señor! ¡Señor, no señor, de inmediato señor!

     Después, se carcajeaba cuando narraba como se escapó de esa circunstancia tan peligrosa.

   —¡Púchica vos! Claro que estaba asustado hasta donde te platico y más allá todavía, pero no lo podía mostrar. Que si organigrama no matara carita, ese sargento tan joven y más guapo que yo ¡me hubiera llevado a fusilar! Así que, mantuve la calma y me hice pasar por un oficial de toda mi maldita vida.

     —Al día de hoy, no estoy muy seguro de que fue lo que sucedió… Cuando le ordené a ese miserable de sargento que se arrestara, estaba manejándome como su oficial superior, pero la verdad, jamás pensé que me fuera a hacer caso, mucho menos, me fuera a obedecer, ¡va! Pero, fue lo primero que se me vino a la mente y no había tiempo para ponerse a armar planes. Después me empezó a quedar claro, como por una inspiración.

     —¿Acaso, pudo haber sido mi actitud, firme y segura de sí misma, además de mi voz… una voz acostumbrada al mando y totalmente disciplinada?

     —Me gustaría pensar que así fue, pero la realidad es que no.

     —La respuesta es más sencilla y más obvia: Me veía tan a la moda y tan guapo en mi uniforme nuevo de oficial que fui irresistible. El pobre Sargento y su comparsa, ¡simplemente no pudieron resistir obedecer mis órdenes!


 

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