Un sirena del Atlántico


Capítulo XII. De la costa atlántica y de sus piratas caribeños

Flor roja San Lucas del Pulque, Estado de México, México
Flor roja
San Lucas del Pulque, Estado de México, México

     Ahí se encontraban fondeadas, una cantidad de pequeñas embarcaciones pesqueras y varias pangas, todas ellas amarradas al muelle. Sin titubear, nos llevó a una lancha pintada de blanco y un rojo vivo brillante. Casualmente y sin más, ágilmente se encaramó en ella. Nosotros la seguimos trepándonos inmediatamente después. Me impresionó la velocidad con la que rápidamente arrancó el motor fuera de borda, quitando sus amarres al muelle y ágilmente conduciéndola fuera de la dársena para después, adentrarse en las aguas de la laguna. Por encima del rugido del potente motor y colocando su cuerpo contra la brisa, el abuelo nos presentó.

     —Francisca, te presento a esta hermosa sirena del Atlántico. Ella le canta a la mar, con el corazón en la mano, mientras las brisas cautivadas suspiran nostálgicamente, soplando al aire su nombre con añoro. Y su nombre, como se conoce entre los mortales es Epifenia. Todo esto lo recitó con un brillo resplandeciente en su mirar. Epi, ella es mi nieta, Francisca. No tan solo es la bicha más lista y abusada de todo León, sino que además y por si eso fuera poco, ella es la más hermosa entre todas. —Esto último, lo dijo de corrido entre risas.

    —Francisca, siento que te conozco desde antes de este encuentro feliz. Tu abuelo, habla de vos continuamente, a todos nosotros y todo el tiempo —me comentó con su franca sonrisa.

   El paseo fue hermoso y mientras lo disfrutábamos, tuve la ocasión de admirar la laguna, misma que había visto desde los aires poco antes. Mientras, Epi fue actualizando al abuelo con las últimas novedades transcurridas en su vida tan plenamente ocupada.


 

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