Niño por siempre


Capítulo XII. De la costa atlántica y de sus piratas caribeños

Vista hacia el centro Centro histórico de Tlaxcala, Tlaxcala, México
Vista hacia el centro
Centro histórico de Tlaxcala, Tlaxcala, México

     Así que continuamos nuestro rumbo al norte por un rato, cada cual absorto en sus propias reflexiones. El abuelo alcanzó a ver el pueblo antes de que yo lo hiciera. Yo estaba esperando una ciudad principal y cuando me mostró el pueblo, lo observé desde las alturas con sentimientos encontrados.

     —Pero abuelo. Eso no es más que una aldea… Oh Tata en segundo grado. Eso que dijiste de escoger una calle… Demasiado fácil, si el pueblo solo tiene dos calles y ni una más.

      Debajo de nosotros, el pueblito se extendía a lo largo de la costa, rematando en una esquina que se formaba donde la enorme laguna desembocaba al mar. Había una larga hilera de casas viendo hacia el mar y otra, con la vista hacia la laguna. Una de estas calles corría de norte al sur, paralela a la costa. Mientras la otra, corría perpendicular a ella y siguiendo la playa de la laguna.

     —Siendo así… no tendremos mucho problema en escoger una de ellas, o me equivoco —contestó, claramente disfrutando mi desconcierto y gozando el momento.

     Indudablemente en ese preciso instante, el abuelo parecía haber regresado a su infancia y se convirtió frente a mí, en un sipote travieso de apenas unos doce años de edad. En su rostro, una sonrisa de pillo mostraba el gusto de hacer la maldad, mientras aparentaba volar su avión imaginario, ¿y yo?… contagiada me reí, mientras sentía como me jalaba a adentrarme dentro de su fantasía. Por un momento me resistí, pero era imposible, el abuelo mantenía una actitud demasiado infecciosa. Sin darme cuenta en qué momento, el abuelo me había contagiado su estado de ánimo juguetón e infantil.


 

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