Los años felices


Capítulo V   De tristes poetas enamorados

La bomba Moyagalpa, Isla Ometepe, Nicaragua
La bomba           Moyagalpa, Isla Ometepe, Nicaragua

     —Los días de descanso, llegaban tanto los hermanos de mi tata, don Leobardo, como las hermanas de su esposa, doña Leonor, todos con sus hijos. Vieras la cantidad de primas y de primos que se juntaban, eso sin contar a los tíos y a las tías. Y por si hiciera falta más gente para completar para el bacanal o la fiesta, nunca faltaban los amigos, los invitados o algunos de los allegados de gorra.

     El abuelo pasó años que fueron muy felices en esa casa, y así me lo mencionó en variadas ocasiones. Fue puliendo sus finas dotes de anfitrión y asegurando que todos se sintieran tan bien como si estuvieran en su propia casa. A pesar de que yo no conocí esa casa, siento un gran apego hacia ella, pues cuando el abuelo me hablaba de la Casa del Faro, era tal su alegría y su pasión se mostraba tan intensa, que por supuesto me la transmitía y me contagiaba.

     —Sí, mi chinita, esos sí que fueron días felices y de familia, una gran familia tal y como se acostumbraba en esos tiempos. Disfrutaba de la casa cuando se encontraba llena, pero igual, me encantaba levantarme temprano. Siempre he sido medio madrugador. A esa hora tenía toda la playa y la costa para mí solito. Después de un rato de soledad y con mis pensamientos, regresaba a la casa, ávido de disfrutar de las visitas.


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