Al contemplar su futuro, jamás perdió de vista su pasado
El Apito posó la vista sobre de ella, su mirada plena y rebosante de ternura. Cautelosamente, le contestó con una voz dulcemente suave y desbordante de cariño.
«Vea mi amorcito, la vida no es fácil, eso su mercé lo sabe bien y hasta de sobra. Tampoco hay porquecomplicarla más de lo que ya es, ¿cierto que sí? Nos guste o no, al igual que nos sucedió en su momento a nosotros dos, a ellos, ahora mismo, les toca crecer. Además, cómo le parece que lo están haciendo lo más de bien. Y si no me cree, vea nomás qué tan bonito nos la montaron entre esos dos, apenas hace un ratico».
«Pero, ¡es que… una casa en un árbol!», exclamó desconsolada, su angustia claramente reflejada en su voz.
«Sí señora». Contesto el Apito, mirándola fijamente y escogiendo cuidadosamente sus palabras antes de seguir hablando.
«Póngale cuidado, mi amor. En este momento, no le puedo explicar por qué, pero, he visto como a todos nos pasa lo mismo. A veces miramos hacia adelante cuando lo que tocaba hacer en ese momento, más bien, era voltear la vista y ver hacia atrás».
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