Cada generación contiene quienes cuestionen el estado natural de las cosas
En ese momento la cara de Felipe se iluminó. Había reconocido en el discurso, la voz de la abuela de Pilar, la inconfundible voz de Angélica, aquella gran señora quién valientemente se había atrevido a tocar en público el violín, cuando en esos tiempos se encontraba vedada su expresión a las mujeres.
Su piel se erizó pues la voz correspondía de una manera tan exacta que, por un momento, pensó incluso reconocer sus de la abuela de su esposa, facciones muy delicadamente dibujadas en el rostro de Pilar.
«La noche en cuestión, cuando este miserable penetró perspicaz y audazmente en nuestras vidas, no fue cualquiera de las noches. De ninguna manera y cuando menos para nosotros. Esa fue una noche lo demás de especial. Se trataba de una extraordinaria noche de gala en el Teatro Maldonado. En aquél entonces se había remodelado y ocasionalmente se utilizaba para presentaciones de orquestas que visitaban Colombia. Tenía su encanto ese teatro, desgraciadamente poco después se demolió para dar lugar al Teatro Colón,» concluyó con un tono nostálgico. En seguida continuó:
«Esa noche fue muy emocionante. Imagínate, había llegado La Sinfónica de Vienna. Julián conduciría como Director Invitado. Se presentaba el Concierto No. 5 para Violín y orquesta de Mozart. Dos músicos de Bogotá participarían con los oboes y yo haría mi debut como primer violín. Imagínate nada más, mija, ¡lo importante de esa noche!».
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