Siempre sabía el dónde y el cuando del lugar en que se encontraba y en todo momento
Así fue como, entre otras cosas, aprendió a medir el tiempo.
Lo determinaba con precisión al observar exhaustivamente un sinfín de pequeños detalles, pero muy significativos.
Estos insignificantes detalles le hablaban del paso del tiempo en el mundo en el cual se desenvolvía. Aunado a un sentido de orientación natural con el que llegó al mundo desde una tierna edad, lo condujeron a siempre saber en cual dónde y en qué cuándo se encontraba parado en el momento, sin jamás llegar a sentirse perdido en el mundo.
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