Y en cuantas ocasiones su abuela querida lo amonestó con uno de sus refranes favoritos: No por mucho madrugar, amanece más temprano, mijo…
Al cabo de un rato de silencio, mientras ordeñaba a la meditativa Lencha, su Apito le preguntó a Magnífico:
«Y entonces, mijo. Estará pensando casarse con Camila más adelante cuando sean mayorcitos». Lencha volteó tranquilamente a observar a Magnífico.
«Si Apá, vea Señor que, por eso mismo, le pregunté si quería casarse conmigo», contestó sin darse cuenta que en ese momento su Amita había entrado al establo.
«Cómo así, Señor. Usté le propuso matrimonio a la Camilita. ¿No le parece que todavía están medio niños para esas vuelticas?» le pregunto sonriendo su Amita, claramente gozándose a su hijo.
«Pues sí y no, Señora, buenos días», contestó pensativo. «Vea su mercé, más vale ir amarrando navajas, ¿no le parece? Capaz de que me la madruga Danilo o algún otro avispado».
«Y qué le contestó, pues pregunto intrigado su Apito».
«Que sí, pero que le recuerde dentro de unos años cuando estemos viejitos como Ustedes Apá».
Dicho lo cual, sus Apitos se quedaron callados y pensativos por un buen ratico.
Los cuentos En Inglés Comprar Facebook
© Todas las fotos por edudelcorral