Algunos de sus recuerdos más perdurables, fueron revestidos por la extraordinaria sencillez de su vida
Cuando finalmente les llamó el Padre Juan y atravesaron el parque para llegar a la Iglesia y a la misa, Magnífico se emocionó al ver las flores cuidadosamente colocadas por fuera de la iglesia. Un día, tiempo después, se enteró que Camilita había estado recogiendo flores durante varios días para decorar la iglesia por motivo de su misa de cumpleaños, claro está, conjuntamente con su Amita.
Esa mañana en especial, su amiguita había llegado muy temprano por la mañana al pueblo. El Padre Juan la estaba esperando, le abrió la Iglesia y entre ambos se dispusieron a para decorarla para esa alegre ocasión.
La misa fue sencilla pero muy emotiva, tanto para el niño del cumpleaños, como para el viejo viajero que revivía esos momentos tan especiales de su vida. El Padre Juan había visto nacer a Magnífico y era casi como un segundo padre de él y de todos los chiquillos. De forma sencilla en el sermón aprovechó para impartir un momento de alegría al comienzo de las festividades del cumpleaños.