Algunos momentos, como un buen guisado. guardan su sabor por siempre, en nuestros recuerdos
En una de tantas noches, su Amita le habló de los destinos y de cómo cada quién tiene que perseguir su propia misión en la vida. Fue una esas noches muy tranquilas, de la apacible vida en la finca. Afuera en la quietud de la noche, lluvia ligera afuera que bañaba al huerto y una fragancia dulce de tierra mojada penetraba hasta la cocina, introduciéndose a través de la puerta entreabierta de la entrada.
Su Apito querido, acaba de entrar con el cabello y la ropa levemente humedecida, por ese suave baño vespertino de la lluvia. Tras de secarse con una toalla, se acomodó tranquilamente en su sillón, contemplando con una mirada cargada de amor a su joven esposa, quién meneaba despacio el guiso para la cena, con un cucharón de madera gastado.
Su mirada se encontraba distraída, pues formulaba la conversación con su hijo mientras preparaba la cena del día. Se escuchó un suave gemido de satisfacción de su padre, al terminar de prender su cigarrillo y con los ojos cerrados, dispuso su atención para seguir desde su puesto la conversación entre su hijo y su esposa.