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Tres caballos y dos yeguas
Y cuando al fin, el pez mordió el anzuelo, el pescador quedó irremediablemente enganchado Aureliano Marroquí manifestó una pasión por la raza equina desde niño. Aprovechando su nueva situación económica y gracias a la generosidad del azar, invirtió en tres caballos y dos yeguas. Siempre hábil para detectar las posibilidades de negocios, compró una zorra…