Caminaba las calles sin saber que tenía una cita con su destino
El hotel se encontraba ubicado al oeste de Londres, en el distrito de Kensington, uno de los principales barrios en la capital inglesa. Caminando por los hermosos jardines de Hyde Park, tras gozar del lago y de sus paticos quienes pasaban despreocupadamente flotando en el curso de su excursión matutina; momentáneamente retornó a los días felices de su niñez y se distrajo. Sin darse cuenta se metió en unas calles adyacentes, alejándose hacia el río. El día, cosa rara, estaba lindo y el sol brillaba en todo su esplendor.
Gozando del clima atípico de la ciudad, siguió su curso deambulando las calles y se detuvo cuando observó un pequeño establecimiento de antigüedades. Su fachada era típica de esa época de la reina Victoria y la casita, aunque pequeña, mostraba una distinción muy particular que resaltaba a la vista.
El día la había colmado de un sentimiento de bienestar. Encantada se detuvo a observar las vitrinas a la calle de ese establecimiento de tanta fineza que se podría fácilmente considerar como si fuera la visita para disfrutar de una colección de un museo de primer nivel. Se encontraban totalmente repletas de antigüedades exquisitas, cuidadosamente seleccionadas y presentadas en una impresionante exhibición que captura la atención. Absorta, pasó un largo rato, detalladamente estudiando el contenido de los aparadores. En seguida, entró feliz al negocio. En su mente ya se había formulado la eminente posibilidad de adquirir algo interesante para su próxima hija.
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