A través de los siglos, muchos son los que insisten que por las noches los juguetes de los humanos despiertan y salen a jugar…
Aunado a estas discusiones técnicas, el recorrido les brindó mucho tiempo para seguir con su argumento acerca del género del primerizo. Cuando finalmente llegaron a las costas europeas, cada uno se encontraba totalmente convencido de tener la razón y conocer con toda seguridad, si el futuro primogénito de la familia sería una niña o un niño.
De tal manera que, al día siguiente del desembarque, salieron rápidamente de compras para buscar regalitos para el susodicho primer hijo o hija de la familia. Durante el transcurso del día, su padre comenzó comprando algunos cuantos regimientos de hermosos soldaditos de plomo, muy de moda en esos tiempos. A su vez, la madre fue escogiendo cuidadosamente las hermosas muñecas con las cuales jugaría su futura hija.
Un gran tambor, comprado en Italia, se sumó al menaje de ese primogénito de género desconocido, mientras que de Nápoles se incorporaron un pierrot y una pierrette, vestidos de retazos de seda de alegres y vivos colores subidos de tono y ambos muñequitos con sus caritas pintadas… un tanto exóticamente.
De París, se trajeron una exquisita muñeca, de una belleza incuestionable, con una exquisita cabecita de cerámica y el cuerpo relleno de plumas de ganso, que representaba una graciosa bailarina de ballet, Además, adicionaron un cañón de bronce que efectivamente disparaba pequeñas municiones de plomo.
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