Cuánta razón contienen algunos viejos adagios, com el que dice: caras vemos, corazones no sabemos
Desaguadero, Frontera Bolivia-Perú
«No pongan esas caras tan largas como la cuaresma, dijo Angélica dirigiéndose a todos. Aún no he perdido la razón. Tampoco me he vuelto una mística que ve portentos en la manera de soplar del viento o que les va a leer el tintico que se están tomando para predecirles como amanecerán el día de mañana», agregó con una alegre risa.
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Sin embargo, el silenció prevaleció inconmovible, mientras todos la contemplaban nerviosamente a Angélica y a la expectativa. La sonrisa de Angélica ciertamente tenía un cierto cariz algo bizarro. Fernanda, sintió que erizarse a los vellos de sus brazos y suspiró quedamente. Impasible y aparentemente sin percatarse de la situación, tras tomar unos tragos pausados de su tintico, Angélica comentó reflexivamente:
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«Pero que delicia es esto de tomar un tintico, pues. Y, además, sentados acá afuera en la sombra bajo este maravilloso sol. Ya casi me había olvidado de la existencia de los días tan bonitos y soleados como este, este invierno me ha parecido más largo que las caras que traen puestas».
«Vamos familia, soy yo, Angélica, la misma de siempre: la madre y abuela de ustedes y me han ven como si fuera la loca de la esquina. Alegrémonos de tener esta espléndida oportunidad de compartir nuestra vida y discutir sobre temas novedosos y frescos», comentó con una ligera sonrisa mientras observaba fijamente a todos, uno por uno.
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