En las profundidades de las ciénegas existen aves malas y ellas propician la confusión, pero igualmente se encuentran las aves blancas, hermosas aves de la iluminación
Basado en el cuento corto Pájaros negros y los destinos, fragmento del libro Viviendo entre las fronteras, por edudelcorral
Con eso los dos irrumpieron en una risa un tanto nerviosa, como tantas veces suele provocar ese tema, sobre todo en la quietud de la noche… Recobrándose, Pilar continuó:
«En fin, al día siguiente llegó la señorita subdirectora a reemplazarla temporalmente. Esa sí que era una mujer muy extraña. Todas mis compañeras del grupo coincidimos en que parecía un ave de rapiña, un águila o tal vez un búho, de pronto, podría ser. Tenía los ojos de una depredadora rapaz y calculadora y cuando se te quedaba viendo fijamente, directo a los ojos, cualquiera se quedaba paralizada».
Don Felipe interrumpió para agregar: «Claro que sí. Cuando estaba en el tercer grado de Leyes, tuvimos un maestro que se llamaba Bonifacio Arredondo. Vieras, mija, ¡él sí que era un perro! Un San Bernardo, ¡hecho y derecho! Oiga, solamente le faltaba el barrilito colgando de su cuello… Y de carácter, él era un a, lo más de bueno, pues. De lo más tierno y cariñoso con todos, el hombre. Viera mija, que hasta se pasaba de bondadoso y claro todos se aprovechaban de él».
«¡Pues esa bruja era una ave rapaz y depredadora de almas! De buena… ¡no tenía ni una pluma! Ni quien se quisiera aprovechar de ella, pues tenía unas garras de largo alcance. Felizmente, su permanencia con nosotras fue corta. Al tercer día después de su aparición como sustituta, llegó la señorita Teresita Villareal. Ella tenía veintitrés años e igualmente nos parecía una persona mayor. Sin embargo, a diferencia de aquella arpía cazadora proveniente del Infierno, Teresita más bien nos pareció un ángel mandado directamente desde el Cielo».
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