Y sin conocerse, ya se conocían
Don Felipe escuchaba con mucho interés. Ellos dos se habían conocido cuando él tenía doce años y la cabeza llena de sueños, y éstos, anhelaban algún día llegar a materializarse. Ella con sus diez escasos años, ya se encontraba recorriendo los sofisticados paisajes de su realización personal y artística, el resultado de seis años largos años de dedicación incesante, aunado al gran talento y don musical que corría de manera tan natural por sus venas.
Desde la primera vez que la vio, Felipe entendió que se encontraba en presencia de una persona muy especial. Además, le pareció muy linda a primera vista. Esa tarde pasó demasiado rápidamente. Al momento de la despedida, se percató de que ya estaba pensando en pronto volver a decir hola, de ser posible, mañana mismo podría ser.
A Pilar también le impresionó la fuerte personalidad de ese chico que le pareció tan lindo. Por cierto, vivía tan cerquita de la casa. Y qué tan interesante como él ya sabía exactamente lo que quería en la vida y con tanta claridad… Se convertiría en Juez, tal y como lo hicieron su abuelo y su padre, antes de él. Con una gran diferencia, ya que él tenía una misión por delante. Él quería ser un factor decisivo en llevar el sistema judicial por el cambio tan necesario para integrarlo, según decía, a la Nuevos Tiempos Modernos, mismos en los que ahora se encontraban viviendo.
«Y, ¿no te parece demasiado emocionante?» Le preguntó un día con esa sonrisita tan encantadora, el muy descarado, ¡pues!
«Porque en precisamente dos años comenzará el Siglo Veinte, y esto, ¡marcaba el momento de importantes cambios en el mundo!» terminó afirmando categóricamente.
Ayer es hoy Mercado de brujas, La Paz, Bolivia
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