¿Y acaso las arañas tendrán maestros en las artes del tejido?
«Desde el comienzo de esos tiempos tan alejados, ese piano que te menciono llegó siempre acompañado de la presencia de un Maestro. Éste, se llegó a presentar y manifestar bajo una verdad de nombres, de tallas y de estilos. De igual manera, en realidad, siempre fue en esencia, el mismo».
«El primero de una gran cantidad de Maestros que formaron esa interminable sucesión, me enseñó a leer la partitura inicial de una incontable progresión que le seguirían en el camino. Y ésta, claro, fue por lo demás de sencilla, sin dejar de ser, el cimiento sobre el cual descansarían todas lo demás que le seguirían».
Después de tomar una porción de queso y saborearlo pensativamente, siguió el recuento de iniciación al mundo del arte, cambiando con suma delicadeza la narración a un punto de vista más impersonal.
«Al lentamente desfilar los sucesivos maestros por la vida de esa niña, si tu gustas, la incipiente aprendiz de las bellas artes, las lecciones subsecuentes se volvieron cada vez más difíciles y adquirieron un mayor nivel de complejidad. No obstante, y en esencia, aquella partitura para el piano original, también siguió siendo la misma a aquella con la cual en algún momento comenzó, solo que ahora se manifestaba con una amplia gama de nombres y debía su existencia a la imaginación colectiva de una multitud de diferentes compositores. Y, mi querido Felipe, esta pequeña niña jamás avanzó más allá de interpretar La Partitura, asiduamente impartida por Su Maestro, sin el beneficio o la posibilidad de escribir la Suya Propia».
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