Que poco sabemos y que menos entendemos hoy, de aquello que estamos sembrando para mañana
Los padres de doña Ramona, se conocieron en la ciudad de Ibagué, la capital del Departamento de Tolima. Esto ocurrió a principios del siglo y sucedió precisamente en el Conservatorio del Tolima, al cual, ambos le dedicaron su vida profesional en calidad de catedráticos y músicos.
El abuelo de Camila, pues de él se trataba… nació y creció en la ciudad de Bogotá. Ahí, cursó sus estudios y se graduó formalmente como pianista y compositor. De una manera un poco más informal, fue el discípulo más importante de una gran pianista, altamente reconocida en el país: se trataba de su propia madre, la célebre concertista, María del Pilar de Acevedo.
Al joven pianista, le atrajo la idea de formar parte del incipiente, pero ya afamado, Conservatorio del Tolima. Eventualmente, tras un tedioso proceso de cartas que se enviaron y contestaron, de viajes innumerables en el ferrocarril, que en seis largas horas lo transportaba de Bogotá a Ibagué o, en su caso, de regreso, con el fin de realizar aquellas largas entrevistas que se le antojaban interminables, y sobre todo, cansado de dedicarle tanto tiempo a aquello que bien le pareció eterno y casi agotar sus ya menguadas reservas de paciencia… ¡finalmente lo recibieron como catedrático en el Conservatorio! Así fue cómo llegó a radicar a la hermosa ciudad de Ibagué, situada en la cordillera central colombiana, ese joven y soltero pianista, pero, sobre todo y lo más importante… el que algún día sería el futuro abuelo materno de la pequeña Camila en un futuro que pareciera lejano y nebuloso desde su perspectiva.
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