Para evitar malos entendidos, quiero aclarar no tener queja alguna con el plan de vida que se me asignó.
Por último, se estableció que llegaría a mostrar una aptitud extraordinaria para todo aquello relacionado con el arte de improvisación con la armónica, conocida también como el organillo de mano.
Con ella llegaría a acompañar y tocar el género musical del blues, y eso, a pesar de vivir en Bolivia. Tocaría de forma furtiva, y por supuesto, a escondidas de mi madre.
Estos ilícitos y subterráneos encuentros musicales, se desarrollarían al acompañar con mi arte a un grupo de méritos precarios: el que llevaría el nombre sugestivo de Rebeldes Hasta Morir.
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