Algunos sueños se pierden en la realidad… algunas realidades se pierden en los sueños
Sencillo y tranquilo, el maestro Rafita definitivamente se encontraba dotado de una profunda inteligencia y de una gran sensibilidad humana. Siempre se encontraba de buen humor y era difícil, si no cerca de imposible, no simpatizar con el maestro del pueblo. Junto con el médico, ambos eran los únicos respetados tanto por los conservadores, como por los liberales, cuyos enfrentamientos causaban tantos estragos en la vida de la comunidad durante esa difícil época.
«Me da mucha pena, señora, reconocer el hecho de que en unos cuantos meses terminaremos el segundo grado. Después, ya no me queda más que ofrecerle a la nenita. Hay algo que su mercé, debe de saber. Camila me ha comentado que se encuentra determinada a ser escritora».
«Bueno profesor, yo de niña quería ser monja. si que en algún momento lo fui, no lo dude, me refiero a niña, no monja, claro…», contestó, riéndose de buena gana, la señora. «Y véame ahora, profesor Rafael, acá sentada en el parque conversando con su mercé acerca de mi hija. De niños, nos da por soñar y pensamos que el mundo es nuestro y solamente espera a que lo tomemos en nuestras manos, nos parece tan fácil como eso. Ahora en cuanto a eso de ser escritora, cómo así, profesor. Si es muy niña todavía para saber qué quiere en la vida, ¿no le parece?».
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