La chiquilla visitaba tantos mundos, como libros leía y éstos fueron muchos…
A diferencia de los Apitos, los padres de Camila eran exageradamente estrictos y conservadores en su manera de pensar. A las cuatro de la mañana, en plena oscuridad de la noche, la pequeña se encontraba en el gallinero como una multitud de pendientes que había que terminar antes de partir a la escuela.
Sin embargo, Camila no mostraba afán, ni se preocupaba pues tenía la medida de las tareas y a su paso las terminaba a su tiempo, pero a su manera muy propia. Sin embargo, Camila no mostraba afán, ni se preocupaba pues tenía la medida de las tareas y a su paso las terminaba a su tiempo, pero a su manera muy propia.
Mejor dicho, la niña mantenía un mano en el libro abierto de ese día y la otra mano la utilizaba para los diferentes quehaceres, De esta manera igualmente repartía su vista entre la lectura y las tareas que se desenvolvían tranquilamente. Magnífico podría ser un artista para explorar audazmente las alturas, pero Camilita se pintaba sola para ingeniárselas y leer mientras hacía sus trabajos. Y la niña… leía con desmedida pasión y mucho gusto.
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