Compartiendo ilusiones y sueños

La canela Finlandia, Quindío, Colombia

La vida sin sorpresas… sencillamente no es vida


La casita de campo Filandia, Quindío, Colombia
La casita de campo           Filandia, Quindío, Colombia

     «En el pino», contestó Magnífico con una amplia sonrisa.

     «Usté ya me perdió, mijo. Entonces, no pasa nada, usté tranquilo, solamente buscamos otro lugarcito para los almuerzos y listo, ¿cierto Papi?». Preguntó volteando a ver a su esposo. Lencha mugió con cara de interrogación y a su vez, volteó a ver al Apito.

     «Pero, si todo bien, Amita, no hace falta buscar otro lugar», se adelantó a contestar Magnífico.  «Vea, nos provocó la casita del pino» afirmó triunfalmente, orgulloso de la idea de Camila.

El tintico Filandia, Quindío, Colombia
El tintico           Filandia, Quindío, Colombia

«¿¡La casita del pino!?». Prorrumpieron a coro los dos.

«¡Homme!». Exclamó su Apito sorprendido.

«¡Ave María!». Profirió su Amita angustiada

     Lencha y Eugenia mugieron en unísono, mientras afuera se escuchó rebuznando la Georgina queriendo participar en la tertulia.

La Máquina Greca Filandia, Quindío, Colombia
La Clásica Máquina Greca           Filandia, Quindío, Colombia

Y el silencio que siguió a continuación, se interrumpió bruscamente al abrirse de pronto el portón, alcanzándose a escuchar la dulce voz de Camilita, quién alegremente saludó a todos, mientras hacía su sorpresiva y ocurrente entrada al cobertizo de las vacas…

     «Buenos días, vecinitos. Y ¿cómo les amaneció, pues?».

La canela Finlandia, Quindío, Colombia
La canela que que          Finlandia, Quindío, Colombia

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