Si solamente fuéramos capaces de vivir a las altura de nuestros sueños…
«Y como a su mercé le gusta andar trepado, por allá, en las alturas, que más que una casita en lo alto, igual. Abajo en tierra, donde vivimos los demás, ya lo veo lo más de aburrido después de un ratico. En el claro del pino está lindo, pero ahí siempre han sido los almuerzos de sus Apitos. La casita ya está empezada, solo hay que ampliarla un poquito y queda lo más de bien, ¿no le parece, pues?».
Magnífico se quedó pensando la respuesta y al cabo de un rato sonrió diciendo:
«Claro que sí Camila, usté tiene toda la razón. Hacemos más grande la casita, le hacemos su cocina, un baño y una habitación para dormir viendo las estrellas por la ventana».
«Oiga, pero que bien me conoce su mercé», agregó sonriendo de oreja a oreja».
«Pero y usté que esperaba, después de años de conocerlo. Usté tan pinchadito pues».
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