Algunos recuerdos se olvidan con el tiempo, pero los retratos del corazón jamás pierden su resplandor
Cuando ya todos se habían ido, acompañó a Camila a su casa. Caminaban por un sendero que acortaba la distancia a la vereda donde vivía la niña.
Al estar caminando o montando en las alturas, Magnífico ocasionalmente sentía un grato cosquilleo en su vientre. Siempre que se encontraba cerca de Camilita, sentía un hormigueo muy similar y a veces le faltaba el aliento, sobre todo cuando ella detenía su mirada y la posaba sobre de él.
Ese día en particular tuvieron una conversación, mientras caminaban entusiasmados y tomados de la mano, la que jamás quedaría olvidada al paso los años, por ninguno de ellos dos.
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