En ocasiones se preguntaba maravillado… ¿dónde obtenía las fuerzas para seguir?
Poco antes de la curva, él ya había alcanzado a Danilo, y gradualmente fue tomando la delantera. Los dos chicos corrían con todas sus fuerzas, como si su vida dependiera de ello. A mitad del ascenso en curva, Magnífico sorpresivamente se le adelantó y de una manera clara.
Para cuando finalmente salieron a la recta, la que se encuentra al frente al pino, Magnífico le llevaba un par de metros de ventaja. El chiquillo corría feliz, sintiendo el camino de tierra bajo sus pies, avanzando con toda seguridad. Al pasar frente a la Virgen del Camino, volteó, se persignó y en voz entrecortada por la respiración, alcanzó a murmurarle las gracias por su ayuda tan oportuna, mientras una pálida sonrisa se asomaba entre sus ojos.
Mientras tanto, Danilo hacía lo posible por alcanzar a su amigo, sintiendo el corazón latir contra su pecho, como queriendo salir. Ya en la recta hasta la finca, Magnífico encontró un segundo aire y apretó aún más el paso, adquiriendo una velocidad insólita que jamás antes había logrado.
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