Entre las características más distintivas de los seres humanos, se encuentra su propensión a compartir su alegría
La iglesia sonó las once campanadas y los Apitos de Magnífico comenzaron a organizar el traslado hacia su finca. El grupo era grande. A pesar de que los compañeros de escuela y amigos de Magnífico eran solamente once, cada cual llegó con sus familias. En el caso de casi todos ellos, las familias eran numerosas y había que trasladarse todos hasta la finca.
Su Apito había contratado esas carretas planas tiradas por mulas o en ocasiones caballos. Afortunadamente, el verano se había mantenido por unos meses y las lluvias del invierno se habían secado. Por lo tanto, el camino de tierra o la trocha se encontraba en un estado transitable. Qué decir de esa misma trocha en los inviernos, cuando los lodos la convertían en un lodazal que difícilmente se franqueaba aun cuando las zorras fueran tiradas por fuertes bueyes.
Entre amigos y vecinitos, sumaban un total de diez y seis familias, pocas familias para los cuarenta adultos y más de ciento cincuenta niños que estaban invitados en esa gran despedida de la infancia del primogénito y, raro esto, el único hijo de los Apitos.
Los cuentos En Inglés Comprar Facebook
© Todas las fotos por edudelcorral