Ninguno de sus recuerdos más atesorados superó la memoria de su primer amor.
Se encontraba de nuevo en el mismo parque donde había grabado una promesa de amor a Camilita. El recuerdo de Camilita desenterró sentimientos guardados bajo el peso de los muchos años de andar los caminos.
Las voces y los gritos fueron cobrando dueños, pertenecían a otra etapa de su vida, sucedida muy atrás en el largo transcurso de su existencia.
Camino a la escuela El Pinchote, Santander, Colombia
Correspondían a sus compañeritos de aquella escuelita de la vereda. Allá donde estudió el primer y segundo grado, cuando no era más que un pequeño culicagado Durante las mañanas se encontraban en el camino a la escuela y finalmente llegaban todos juntos en tropa.
Con nostalgia recordó sus camisas de azul claro de cuadritos y el pantalón obscuro del uniforme escolar del primario. Y Camila, tan hermosa, vestida de azul, también de cuadros, su blusita blanca y su cabello amarrado con una cinta blanca, sin duda, lo más hermoso de todas las mañanas.
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