Algunas promesas las grabó en paredes, otras en árboles, pero todas quedaron por siempre en su corazón
Y así se sumergió en una íntima y esplendorosa visión de un lejano pasado. Desorientado, percibió de golpe una multitud de voces y sonidos. Tras un momento de vacilación, reconoció su contexto.
Se trataba de los gritos alegres y cargados de energía de un grupo de unos veinte niños y niñas. Casi de inmediato, reconoció algunas de estas voces de golpe. Sin embargo, con la incongruencia típica del mundo de los sueños, tardó algunos instantes en alcanzar a identificar la escena que se desenvolvía en su imaginación.
Ese día en particular, fue un día hermoso. Asoleado suavemente con una luz singular que hacía brillar los colores alegremente. Aromas familiares asaltaron sus sentidos mientras la escena cobró vida. Gradualmente en ese mundo sin tiempo, fue reconociendo el parque del pueblo cercano a la finca de sus padres. El mismo parque donde había grabado una promesa de amor a Camilita.
