De cosas de los hombres he visto más que un amplio repertorio: en sus casas y en sus costumbres, en la manera de vestir o de no vestirse. De sus iglesias y de las cosas que creen que contienen. De dónde llevan a sus muertos y de las formas en que los despiden; y también de lo que dicen que les pasa cuando ya han dejado de respirar y de hablar. (De El Tesoro, en el libro Buscando Tesoros)
No solamente Magnífico incursionaba en sus sueños al mundo ilusorio de las grandes carpas.
Claro, los comentarios de su Apito, esas bromas tan casuales, las que de alguna manera aplaudían las extraordinarias habilidades y proezas de su hijo en la conquista de las alturas; éstas hacían eco en su despierta y viva imaginación infantil,
conjugándose y compaginando con las imágenes tan pintorescas de los libros que había leído el niño, acerca del fascinante y misterioso mundo de los circos, el que habita por debajo de las gigantescas carpas de lonas de colores llamativos.