Y por lo alto buscaban su camino, los hermosos cometas de colores variados y brillantes, ellos ascendían a lo más alto del cielo… cargados con sus tiernos sueños
Así pasaban los fines de semana, la joven y pequeña familia campesina, humilde pero vasta en la felicidad que le brindaban esos almuerzos de los sábados; en donde, no faltaban los patacones, las morcillas y los chorizos. y claro, las yucas recién recogidas del huerto familiar y preparados con anterioridad en casa.
Descansaban y cogían fuerzas para temprano al día siguiente visitar los mercados de Santa Isabel o de Murillo, cargados de quesos y dulces de leche para vender a los comerciantes, quienes los esperaban con ansias para comprarles todo lo que llevaban.
Invariablemente después del almuerzo, los Apitos sacaban la tradicional botella de aguardiente. Mientras el niño se divertía en las ramas del pino, ellos pasaban bueno, tranquilamente conversando o simplemente disfrutaban de la paz del lugar, degustando uno a uno sus tragos del guaro con sabor a anís y sin mayor preocupación en el mundo.