Amarillos Supía, Caldas, Colombia
Todos los días había que estar al pendiente del gallinero, una más de las tareas de Magnífico. El niño, colaboraba con recoger los huevos temprano, después de la ordeña y antes de sacar a las vacas al potrero.
Después llegaba el mejor momento, el desayuno en casa con esos mismos huevitos que había recogido apenas por la madrugada, con la cebolla y tomate picado, recién cortado en el huerto y queso fresco de la Lencha.
Con la panza llena y sin más para descanso, salía directo a barrer, limpiar y darles de comer a todos en el gallinero. Después, igual tocaba en el corral de las chivas y borregos. Mientras tanto, su apito se encargaba de las mismas las caballerizas., Y para entonces, ya había comenzado un día más…